El dibujo es creación del artista Catriel Torres
Un adelanto de mi próximo libro: LOS DIOSES DEL SUEÑO. Una ampliación critíca de la teoría onírica de James Hillman.
Introducción a los Dioses del Sueños
Cuando comencé a escribir esta obra estaba pensada
originalmente como un ensayo crítico de
alrededor de cincuenta páginas. Pero como todo investigador del fenómeno
arquetípico conoce por experiencia,” la conciencia propone y los Arquetipos
disponen”.
Mi conocimiento
de la obra de Hillman era superficial, y, más allá de la separación del tronco
junguiano original, todo lo referido a los acontecimientos vitales era más que
escaso. Dentro de esta pobreza, apreciaba sus búsquedas, su inconformismo ante
las posturas ortodoxas. Por el otro lado observaba una gran energía combativa,
una suerte de cruzada contra enemigos que le habían arrebatado su “ciudad
santa” y que quería recuperar con “la espada, la pluma y la palabra” como reza el
himno al prócer argentino Domingo F. Sarmiento.
Cuando por
recomendación de un amigo analista compré el libro “El Sueño y el Inframundo”,
al leerlo tuve sensaciones muy dispares. Por un lado despertó mi admiración
dada la original idea de encontrar las raíces arquetípicas y el “topos”
psíquico del fenómeno onírico. Por el otro, era evidente para cualquier
psicoterapeuta junguiano con algo de experiencia en la interpretación de los
sueños, la unilateralidad de su planteo.
En sus escritos
de esa época Hillman mostraba una manifiesta enemistad con el mito solar del
héroe, tan caro a la línea junguiana tradicional, apartándose de él. Pero no
dejaba de actuarlo. En este libro, tal
vez en forma más furibunda que los anteriores, era evidente su exposición del
combate entre la luz y las tinieblas, propio de este mito. Sólo que él tomaba
partido, al contrario del héroe, por las tinieblas, por el Hades.
Para poder
sostener esta postura del topos onírico en el
Inframundo, en la mitología Grecorromana, debía realizar una selección
de las fuentes míticas, dado que en
realidad sólo una de ellas, la Eneida
(VI, 278- 389,390), ubica al dios del sueño, Hypnos, en este reino.
Aquí
sobreviene una pregunta difícil de abordar ¿El investigador que realiza
semejantes recortes, ignorando las fuentes originales o adulterándolas, es
consciente de ello? ¿O el arquetipo por detrás de su conciencia lo impulsa,
cegándolo a otros abordajes?
El llamado,
entre los junguianos, “fenómeno de posesión arquetípica” es bastante común
entre los investigadores. Está oculto detrás de nuestra “posesión” por el
arquetipo de la razón con su presunta autonomía. Se da en forma parcial en
investigadores que descubren o pesquisan en torno a los fenómenos arquetípicos.
El propio Jung nos relata en “Interpretación de la Naturaleza y la Psique”, en
su experimento astrológico, el “entusiasmo” (en theos: lleno de dios) sentido
en una primera instancia, al comprobar,
el alto porcentaje estadístico, por encima de la media, en la primera prueba. Luego, ante la visión entre sombras del
pícaro Mercurio burlándose de él, rehízo el experimento y pudo salir de este
“entusiasmo” que lo poseía.[1]
En otros casos
se da en forma más profunda, casi total. Como todo contenido proveniente del
Inconsciente Colectivo, surge con un gran carga emocional de revelación “cuasi
mística” y el investigador lo defiende incluso hasta tratar de transformarlo en
una especie de dogma. El conocido diálogo entre Freud y Jung en el que el
primero le pedía hacer de la teoría sexual un “dogma, un bastión contra la
negra avalancha del ocultismo” en marzo de 1909[2].
Un par de años después, en 1911, Alfred Adler agregará los impulsos del Yo a
los sexuales planteados por el investigador vienés. Pero Freud no toleró esta
intromisión. Adler fue el primero de la larga lista de emigrados de la
“ecclesia” psicoanalítica. En 1920, el
arquetipo erótico (Eros) pareció haber cedido en parte su posesión. En el
fundamental “Más allá del Principio del Placer”, Freud incluirá los impulsos
del yo propuestos por Adler, aunque se “olvidó” de mencionarlo.
Estos
“olvidos” (como nos diría Nietzche “cuando el orgullo es grande la memoria
cede”) son propios de un yo inflado (orgullo), o sea poseído por un arquetipo.
Cada arquetipo tiene su propia finalidad y muchos arquetipos se enfrentan entre
sí. Los mitos, expresiones de ellos, los muestran en forma de las batallas
entre dioses, héroes y monstruos. En este conflicto, el arquetipo-dios
triunfante impone su cualidad. Trátese de una teoría científica, filosófica,
una disputa teológica o un criterio estético en el arte. El dios-concepto
triunfador emergerá y tratará de
condenar al ostracismo a su rival. Este fenómeno parece haber ocurrido en la
confección de la teoría onírica de Hillman, como trataré de mostrar en las
páginas siguientes.
Entre la
peculiar elección de fuentes Hillman toma uno de los mitos platónicos de la
vida transmundana, dejando de lado los otros, por la misma razón expuesta. Sin
embargo en una obra posterior: “El Código del Alma”, escrita veinte años
después en 1996, retoma el último mito platónico: el del regreso del alma a la
vida mundana y la elección de su destino, dado en el mito de Er (La República,
X). Esta distancia me llevó a preguntarme como había evolucionado o permanecido
la idea de Hillman de los sueños a lo largo de esos años.
Un recorrido
por las principales obras escritas en ese período (1976-1996), para intentar
contestar esta pregunta, abrieron la investigación más allá del contexto
onírico, pero vinculado a él. Los giros violentos hacia el opuesto, la
enantiodromía heraclitiana adoptada por Jung dentro de su esquema psicológico,
fueron la tónica de Hillman sorprendiendo tanto a sus seguidores como a sus
críticos. Sin embargo, desde el punto de vista de los dioses-arquetipos,
siguieron un patrón muy preciso y conservaban siempre los mismos
adversarios. El estudio de estos giros y
el seguimiento de su desenvolvimiento abarcará
gran parte del primer volumen. Es
muy ilustrativo para el estudiante y estudioso de la psicología profunda. En
particular para los seguidores de la línea de Hillman, la psicología
arquetipal, quienes podrán identificar los dioses-arquetipos en el Padre-
Fundador de su línea.
Al retornar a
la teoría onírica, en este proceso y como trataré de demostrar, comprobaremos
que, a pesar de los años transcurridos quedó casi en el mismo estadio. En 1982,
en su conferencia “El Alma del Mundo”,
aparecerán algunas sutiles
modificaciones pero en un sentido que nos hace acordar a la frase inmortal de
Lampedusa: "Si queremos que todo siga como está, es
necesario que todo cambie". (Il
Gattopardo). Pero en sus últimos
años, la fuerza del arquetipo del
Inframundo, dominante al escribir su
“Sueño e…”, parece haberse agotado y en 1997 (10 de Febrero), en una
conferencia sobre Astrología llegará a
decir que no tiene teoría acerca de los sueños “como vienen, que buscan, dónde
se originan”.
Nacido de este combate entre las tinieblas
y la luz, trataré en primer lugar de exponer el opuesto complementario negado
por Hillman: el lado luminoso. Sin que por ello signifique una primacía de esta
faz por sobre el oscuro, dado que sólo se trata de formular una base
arquetípica más completa del inagotable fenómeno onírico. Luego de ubicar en su
contexto preciso la teoría de Hillman, proseguir con la investigación de todas
las fuentes, dentro de marco greco-romano
y algunas judeo-cristianas y del Islam (por ser religiones derivadas del
judaísmo), dejadas de lado o interpretadas bajo la óptica del arquetipo
dominante en su conciencia, que será el motivo de la segunda parte.
Dada su extensión, abarcando desde el
Inframundo al “Topos Uranus” en lenguaje mítico; desde la Pesadilla hasta la
Experiencia Visionaria; del sueño amenazando con la destrucción psíquica hasta la Revelación Creativa o el Sueño Cultural,
en lenguaje psicológico, dio nacimiento a un segundo volumen, ampliando y
complementando la brillante idea original de James Hillman.
Aunque en esta introducción estoy
adelantando parte de los pasos seguidos. En el texto preferí conservar la
espontaneidad de la investigación y las preguntas que surgían a lo largo de
ella. De esta forma hago participar al lector del propio proceso y las dudas
surgidas, los aparentes callejones sin salida, las contradicciones que un
investigador padece, y a la vez disfruta, en su largo camino de aprendizaje y
desarrollo.
[1] Al lector interesado remito a mi análisis
en “La Influencia de la Astrología en el
Pensamiento de Jung”. Ed. Tol, Buenos Aires, 2010.
[2] Para mayor detalles en la autobiografía de
Jung :”Recuerdos, Sueños y Pensamientos” y
mi “Jung y el Proceso de Individuación”, Ed. Continente, Buenos Aires,
1994.
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