El
Mito Solar, el héroe y el Proceso de Individuación
El Sol como símbolo de la divinidad, o como su ojo, como fuente de luz y
calor y por lo tanto de vida, y en su sentido negativo como destructor de la
misma, es propio, con variantes, de todas las culturas a lo largo del planeta.
También está asociado al principio paterno- masculino, con excepción de las
culturas matriarcales donde es femenino. De la misma forma aparece como símbolo
del centro, asociado al corazón como ocurre también, al igual que el ojo
derecho, en el sistema astrológico.
El paso del simbolismo astral al humano,
en el pensamiento mítico, está dado por el héroe (señor en griego).
Así como el
sol reina en los cielos, debiendo vencer diariamente los abismos nocturnos, el
héroe lucha por gobernar su existencia. Por esta razón en la mitología todos
los héroes son solares; como el astro
traen una nueva luz, una nueva conciencia, intentando iluminar las tenebrosas
oscuridades de la
Noche-Inconsciente .
En el mundo antiguo este era el
privilegio de pocos quienes eran
respetados por su fuerza de voluntad y su propósito constituyéndose en
personajes de autoridad y poder de una comunidad. De allí que el sistema
astrológico lo vincule a los reyes, gobernantes y es la estrella, en la
historia, de los reyes y emperadores. El Faraón egipcio, es la encarnación del
dios solar Ra. El emperador aqueménida y luego el sasánida es llamado el
“hermando del Sol y de la Luna ”.
Desde otra faceta, Hammurabi le dedica su famoso código a Asmas, el sol, dios
de la Justicia. Esta
impronta solar se transmite a lo largo del tiempo, de allí que ya en un
contexto secular Castaglo exprese: “ El Sol es símbolo adecuado para todo orden
político con pretensiones de ecuanimidad. Federico II, que poseía acentuados
rasgos mesiánicos, gustaba ser llamado: “Sol de Justicia”, o “Sol” o “Luz de
los Pueblos”. Maximiliano y Carlos V acuñana monedas con leyendas como :Quod in coelis sol in terra Caesar est ;
Luis XIV se hizo llamar el “Rey Sol” y tomó el disco como símbolo, igual que
Napoleón, que es comparado con el Sol”.[1]
Esta diferenciación producida por la identificación con el astro rey llevó,
como señala con agudeza Eliade, a “la
afinidad de la teología solar con las élites, ya se trate de soberanos, de
iniciados, de héroes o de filósofos. A diferencia de las otras hierofanías
cósmicas, las hierofanías solares tienen tendencia a convertirse en privilegio
de círculos cerrados, de una minoría de “elegidos”. Lo cual tiene por efecto
alentar y precipitar un largo proceso de
racionalización”.[2] Fue así que la teología
solar egipcia, identificada con la monarquía tuvo su reacción compensatoria con
el Dios de la Vegetación
y de los Muertos- Lunar Osiris, en un intento de democratización de la búsqueda
de la inmortalidad del alma solo accesible al Faraón.
Tal vez podríamos considerar la curiosa
concepción del astro rey como planeta, dentro del sistema astrológico, como la
compensación del Inconsciente Colectivo ante el peso solar aristocratizante de
los reyes y nobles, y de esta forma “democratizar” el desarrollo consciente.
Pero el lado oscuro de esta nivelización hacia abajo es la pérdida de la
dimensión sagrada con lo trascendente. En forma similar que en las elites en
las cuales la experiencia hierofánica es rebajada a la idea racional, esta
nivelización conduce a un “olvido” platónico donde el Sol como astro desconoce
su propia naturaleza central, se
enceguece y se fragmenta su luz reflejándose en los planetas, “perdido en el
objeto” al decir de Heidegger,
extraviándose o complicándose la finalidad vital. Pero el Sol es un símbolo de
centro, su representación con el círculo y punto central lo identifica con él y
con la Totalidad ,
o sea el Mandala. Zodiacal en cual al
decir de Volguine : “expresa su influencia en forma indirecta” confirmando el
argumento. Desde esta perspectiva, recobrar el Sol- Héroe, es el medio por el
cual la conciencia puede reintegrar todas su cualidades proyectadas en el
exterior, en la luz reflejada de los planetas. Desde la visión psicológica de
Jung, es lo que denominó Proceso de Individuación
Podría utilizar la analogía planteada por
los antiguos gnósticos. Ellos proponían la prisión del pneuma espiritual en los
vicios recogidos en el descenso del alma por las esferas planetarias en la
encarnación (en el caso solar el orgullo). Para regresar al Dios trascendente
debían enfrentarse a cada uno de los demonios custodios hasta llegar al último
Iadalbaot- Saturno, el demiurgo quien se había erigido en el Creador olvidando
al Dios trascendente por encima de él. Si colocamos la divinidad trascendente,
desde el punto de vista psicológico, como el Arquetipo del Sí Mismo,
encontramos que el yo- conciencia (Saturno- Iadalbaot) ha usurpado su lugar. Llevándolo al plano
astrológico podríamos observar la caída de Saturno en Aries- Asc. aliado al
Sol- planeta exaltado allí, donde el orgullo del yo desconoce a la Totalidad Trascendente.
Lo que desde un punto de vista compensador, o sea el refuerzo del yo frente al
Absolutismo Tiránico proyectado en reyes, gobernantes o castas sacerdotales es
positivo, tiene su contracara del olvido de lo sagrado y su vulgarización
profana.
De
allí que rescatar esta perspectiva solar, como lo hace Jung, identificándolo
con el dios-héroe y con la energía psíquica finalista, el Sol “recuerda” (re-
cordis: volver al corazón) su origen astral y de esta forma ya no sirve al
pequeño; es como el héroe, el actor del
Proceso de Individuación, de reintegración de la Totalidad Fragmentada
en las múltiples instancias del devenir. (continúa en la 3º parte)
No hay comentarios:
Publicar un comentario